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"Ser-ahí significa estar sosteniéndose dentro de la nada." M. Heidegger |
Domingo, seis de la tarde: una inmensa nada por delante. Pero...¿acaso puede ser la nada inmensa? Inmenso más bien debería de ser el todo; y, sin embargo, el todo limita con la nada, que quizá sea más inmensa que él.
Decía que son las seis de la tarde, y que es domingo. Ya he tomado el último café de la semana y me dirijo hacia mi casa. ¿Qué haré ahora? ¿En qué me entretendré? ¿Con qué mataré este tiempo muerto? ¿Cómo llenaré esta nada? ¿Acaso se puede llenar la nada? Supongo que no. Para llenarla tendría que ser algo. Además, ¿no habíamos quedado en que la nada era más inmensa que todo cuanto hay? Pero, si esto es así, a la nada, nada podría llenarla; ni tan siquiera el todo. Y ¿qué es el todo, si la nada lo abarca y tal vez lo incluye?
Si me oyera mi profesor de metafísica, aparte de suspenderme, me diría con esa voz que pareciera existir sólo para ser irónica, que "la nada no es nada. No puede incluir al todo. El Ser es, y el no-ser, no es. No hay nada fuera del Ser". A lo que Heidegger podría responder que la nada es lo que hace posible que se manifieste lo que es.
En fin, supongo que llegaré a mi casa y oiré algo de música o leeré alguna página de algún libro, seguramente de Nietzsche. Al fin y al cabo es el mejor autor para intentar superar este nihilismo vespertino de domingo. Pero, aún así, tengo la sensación de que por muchas cosas que haga para no verme definitivamente catapultado al vacío, siempre quedará ese hueco irredento en el alma que nada podrá llenar. Y es que ni se puede, ni se debe huir del vacío, pues es donde se nos desvela el sentido de nuestra existencia.
De momento me he detenido, y con la brisa suave de la tarde me ha llegado esa inconfundible sensación de angustia, de estrechura. He tenido la sensación de que el mundo estaba pleno y de que a mi tan solo me esperaba la nada. Y mi garganta se ha hecho nudo; y el camino hasta mi casa se ha hecho largo.