"...el mar, la mar, nuestra alta mar, se abre de nuevo ante nuestros ojos, y, tal vez, jamás tuvimos ante nosotros un mar tan ancho." F. Nietzsche
"Caminante no hay camino
sino estelas en la mar"
"Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parescióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona; y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto."
Ayer por la tarde estaba trabajando cuando de repente reparé en una palmera. Al
concentrarme en la visión de la palmera me di cuenta de que es una planta
maravillosa. Normalmente en España aparece sola y no suele aglomerarse en grandes
grupos (salvo en los palmerales de Elche y en los cultivos de Canarias) y para mí es un ejemplo de belleza,
esperanza, fortaleza y vida. Las palmeras, además, simbolizan fecundidad,
victoria, exuberancia..., el paraíso... Nunca antes había reparado en ellas,
pero ayer me di cuenta de que me gustan mucho las palmeras. Si alguna vez tengo
una casa con jardín, en él habrá al menos una palmera. Una palmera como vigía y
centinela, como “voz que clama en el
desierto”. Es precisamente así como yo veo la Filosofía. Y, en cierta medida, también a los filósofos: siempre
solos, a fuerza de recorrer el camino que los lleva hacia sí mismos, pero fecundos y dando consistencia a la realidad, y esperanza a la humanidad.
Hoy me gustaría recomendar un pequeño libro que creo que puede venir a colación de la soledad de los filósofos. El libro en cuestión es La consolación de la Filosofía de Boecio. Boecio fue un filósofo que, acusado injustamente de traición, murió ejecutado en el año 525 d.C. Sin duda, fue el hombre más culto de su época, y tras su muerte y el cierre de la Academia de Platón en el año 529, vinieron unos siglos en los que la Filosofía guardó silencio. Comienza, así, la Edad Media que, por supuesto, también dará sus frutos, filosóficamente hablando. Boecio escribió La consolación de la filosofía mientras estuvo en prisión esperando su muerte. Solo. O bueno: con la Filosofía como única compañera.
Como anticipo del libro que recomiendo os dejo un texto que aparece en él:
"Quien con ánimo sereno
sabe poner el destino implacable bajo sus pies
y mira impasible la mudable fortuna
permanecerá inmóvil ante la furia amenazadora del Océano
que hace surgir desde su más profundo abismo
sus agitadas olas.
Ni el bramar del Vesubio caprichoso cambiará su ánimo,
cuando rotos sus hornos encendidos,
lanza las llamas envueltas en humo.
Inmutable, sigue ante el estruendo del rayo ardiente
que hiere las torres.
¿Por qué los pobres miran impotentes y con rabia a los tiranos crueles?
Nada esperes, nada temas,
y dejarás desarmado e impotente a tu enemigo.
Pero quien tiembla o vacila, porque no está seguro
Parménides nació en Elea que
está al sur de Italia. Actualmente recibe el nombre de Velia. Este filósofo
nació como muy pronto en el 540 a.C., y murió en el 450 a.C. Hay algunos que
dicen que nació en el año 510 a.C.
De su obra nos ha llegado el
conocido Poema, aunque el nombre que él quiso darle fue
"Peri physeos" (Sobre la naturaleza). Este poema es un
estudio acerca de lo existente, pero de él no queda absolutamente nada. El original se ha
perdido entero. Sólo se conservan fragmentos y citas de otra gente, entre ellos del filósofo Simplicio, que vivió en el s.VI de nuestra era. A nosotros, mediante estas citas, nos ha llegado el Proemio entero,
una primera parte casi entera, y una segunda parte muy fragmentada e
incompleta.
PROEMIO: LAS TRES VÍAS PARA CONOCER.
Parménides cree que los dioses
(en este caso la diosa) revelan a los hombres la verdad. Todavía no hay en él
una escisión completa entre mito y logos. Dice así:
Frag. 1
“Y la diosa me acogió benévola; tomó en su mano
mi mano diestra y así me dirigió la palabra y me decía:
Joven acompañante de aurigas inmortales
llegado con las yeguas que te traen a nuestra casa, salud;
que no fue un hado malo quien te impulsó a tomar este camino
(pues de cierto que está fuera de lo hollado por los hombres)
sino ley y justicia. Preciso es que conozcas todo:
tanto el corazón imperturbable de la verdad bien redonda
como las opiniones de los mortales en que no cabe creencia
verdadera.
Aun así, también aprenderás cómo es preciso
que las opiniones sean en apariencia, entrando todas a través de todo.”
LA VÍA DE
LA VERDAD BIEN REDONDA.
Frag.2
"Ea pues, que yo voy a contarte (y presta tú
atención al relato que me oigas)
los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir:
el uno, el que es y no es posible que no sea,
es ruta de persuasión, pues acompaña a la verdad;
el otro el de que no es y el de que es preciso que no
sea,
éste te aseguro que es sendero totalmente
inescrutable.
Y es que no podrías conocer lo que no es -no es
alcanzable-
ni tomarlo en consideración.
Pues lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son
una misma cosa."
Para Parménides hay que
imaginar el ser como una bola bien redonda, fuera de la cual no hay nada. Hay
también que afirmar el ser y que negar el no ser. Como podemos ver en el texto,
pensar y ser son una misma cosa ("pues lo que cabe concebir y lo que cabe
que sea son una misma cosa"). Para Parménides, pensar, decir y ser es
prácticamente lo mismo. Se piensa lo que es y se dice lo que se piensa. La
realidad se nos muestra por el pensamiento, y no podemos someternos a las
opiniones de los mortales. Al ser se llega por el intelecto.
Pero, ¿qué es el ser de
Parménides? Hemos de tener en cuenta que el "Peri physeos"
es un tratado sobre la naturaleza. No está en el pensamiento de Parménides
hacer un tratado metafísico u ontológico, y mucho menos lógico (aunque este texto sea uno de los que, sin duda, dan origen
a la metafísica, a la ontología e, incluso, a la lógica, a través del principio de identidad que ya está contenido en él), sino sobre lo natural. Para Parménides,
el ser es todo lo que existe en la naturaleza, fuera de la cual no hay nada.
Sus características son las siguientes:
1. Ingenerado==> No puede nacer, ha de ser eterno.
2. Incorruptible=>No puede ir al no ser.
3. Eterno =====> No tiene pasado ni futuro.
4. Indivisible ===>No tiene partes. Si no, A no sería B.
5. Limitado====> El ser está en sus límites, en lo dado, en lo que es.
6. Es Uno
La filosofía siempre ha
buscado el principio; pero para Parménides no hay principio. "El ser es y
el no ser no es". El ser no puede no ser, y el no ser no puede llegar a
ser. En consecuencia, el ser tiene todas las características que hemos
enumerado anteriormente. El ser es ingenerado, puesto que el
no ser no puede llegar a ser. El ser es incorruptible, en
tanto que lo que es, es, y, en consecuencia, el ser no puede convertirse en no
ser. Es eterno, ya que no puede no ser, y nada que no sea
puede llegar al ser, lo que nos hace tener un ser sin principio ni fin. El ser
es también indivisible, ya que si no fuera así, cualquiera de
sus partes no sería la otra, por lo que estaríamos afirmando el no ser. Es,
asimismo, limitado, pues lo que es, está dado, y lo dado es
limitado. Y, por último, es Uno, pues si hubiera varios, entre
ellos se daría el no ser.
A la luz de lo anterior,
podemos decir que, para Parménides, tiene que haber una coherencia entre pensar
y ser. Hasta donde llega el intelecto llega el ser. Quien nos dice lo que es el
ser es el pensamiento. No se puede entender el ser sin el pensar, pues hay una
correspondencia entre pensar y ser. Esta identificación del ser con el pensar es precisamente lo que se ha conocido
como monismo de Parménides, y es la gran aportación que hizo este filósofo a la
Historia de la Filosofía, ya que hay algo de insuperable en ello, y es que,
quien pretenda siquiera acercarse a la verdad, a lo que es, tendrá que hacerlo
inexorablemente a través del pensamiento.
LA VÍA DE ERROR (OPINIONES NO VERDADERAS)
Para Parménides, hay una
multiplicidad de opiniones frente a la unicidad del ser. Hay mortales que están
mezclando continuamente el ser y el no ser. Mortales que opinan, por
ejemplo, que el ser es múltiple o que es mutable. Parménides nos prohíbe decir
todo esto. Según él, se debe decir y pensar lo que es. Hay que apartar el
pensamiento del no ser, pues los que por ahí caminan, caminan bicéfalos.
Frag. 6.
"Es necesario que sea lo que cabe que se diga y
se conciba. Pues hay ser,
pero nada, no la hay. Te exhorto a que medites sobre
ello,
pues te aparté lo primero de esta vía de indagación.
Mas también de esta otra, por la que de cierto
mortales que nada saben
caminan errantes, como bicéfalos, pues la incapacidad
que anida
en sus pechos torna derecho un pensamiento
descarriado."
Frag. 7.
"Y es que nunca se violará tal cosa, de forma que
algo, sin ser, sea.
Así que tú aparta de esta vía de indagación tu
pensamiento,
y que la rutina de la mucha práctica no te fuerce
tampoco a encaminar
por esta vía ojo desatento, oído resonante
y lengua: en vez de eso has de juzgar con tu razón la
prueba muy argumentada
que te he propuesto.
LA JUSTIFICACIÓN DE LOS FENÓMENOS
Según Parménides, sólo hay que afirmar la vía del
ser. Parménides, al final de su poema, hace una transición hacia otra cosa. Intenta mostrar la incoherencia de la opinión de los mortales, a la vez que intenta dar una especie de explicación a los fenómenos. Aunque, desgraciadamente, esta parte es la que menos clara está por incompleta.
Frag. 8.50
"En este punto ceso el discurso y pensamiento fidedignos
y el planteamiento acerca de la verdad. Aprende desde ahora mortales opiniones, oyendo el orden engañoso de mis frases."
Frag. 8.60
"Narro el orden cósmico como un todo coherente y verosímil,
de tal manera que nunca algún parecer de los
mortales supere esto y te aventaje."
Parménides intenta ver qué
hace con las apariencias. Él se da cuenta de que los fenómenos aparencialmente
no coinciden con su descripción del ser. Aun así, Parménides cree que hay que
afirmar el ser por la vía de la razón, aunque los sentidos nos revelen otra
cosa. La diosa le dice al filósofo de Elea que existe un orden cósmico que se
puede narrar de tal manera que supere la opinión de cualquier mortal, o, lo que
es lo mismo, un orden cósmico que se ajusta a la razón, un ser que se
corresponde con el correcto pensamiento. Para Parménides, los sentidos de los
hombres se encaminan hacia la realidad por vías falsas, mientras que la razón
es capaz de revelarnos en qué consiste el ser. Sin embargo, las apariencias
existen, y existen de tal manera que niegan el orden racional del Ser y su
unidad.
Frag. 17
"A la derecha, los muchachos; a la izquierda,
las muchachas."
La cuestión es que, aunque la
razón rechaza la multiplicidad, los sentidos nos dicen que hay cambio, variedad
e incluso contradicción. Parménides no fue capaz de dar una solución a esta
aporía. Serán Platón y Aristóteles los que darán solución a este problema.
Los textos citados los he sacado de un pequeño libro titulado De Tales a Demócrito, editado por Alianza Editorial. En él encontraréis una recopilación de los fragmentos que se conservan de los filósofos presocráticos más importantes. Además, aquí debajo os dejo un vídeo de un profesor universitario que hace un acercamiento a Parménides.