"Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso, parescióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi persona; y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto."

El Lazarillo de Tormes

martes, 21 de julio de 2015

¡Que vuelva el frío!

Si tú no ardes de amor, muchos morirán de frío.

Antes me gustaba el verano, pero ahora es la estación que menos me gusta del año. No sé cómo ingleses y alemanes, entre otros, se vienen aquí a pasar estos meses de Julio y Agosto, con unas temperaturas que oscilan entre los 40 y los 45 grados. Si yo pudiera, me iría a Finlandia, a Noruega o a algún país nórdico para poder pasar el verano al fresco. Allí estaría en una cabaña, con una buena chimenea para poderla encender por las noches, en buena compañía y con buenos libros: sueño dorado. Eso sí sería un buen verano. Y es que allí ni tan siquiera en el estío suelen rebasar los 15 ó 20 grados durante el día. Con frío se piensa mejor, se come mejor, se viste mejor, se duerme mejor... Aquí en España, durante el verano, uno tiene que estar en su casa con el aire acondicionado puesto hasta que oscurece, cuando ya, por fin, se puede salir a la calle sin temor a quedarse deshecho en una acera. Eso, o bien estar metido en el agua durante todo el día, lo cual no es cómodo ni deseable, aunque nunca venga mal un buen chapuzón en la playa o la piscina. No puedo con los calores, y mucho menos cuando pienso que tengo que trabajar y que entro a las 3 de la tarde. Si alguna vez me lo puedo permitir, me iré a pasar los veranos al norte de Europa, o bien a algún país donde no sea verano. Arriba os dejo una imagen invernal que seguro que refrescará y que, además, es muy bonita.

¡Saludos a todos!

sábado, 13 de junio de 2015

Internet y la educación

Voy a recoger en esta entrada una serie de apuntes que tomé en una charla que dio un profesor, del cual no recuerdo el nombre, en un curso sobre Internet y la educación, y a los que he añadido algunas notas propias. Guardé celosamente esos apuntes porque estuve de acuerdo con casi todo lo que dijo este profesor y, además, me pareció que aportaba bastante luz con sus palabras a un asunto en el cual no se ha profundizado lo suficiente, a pesar de que quizá debiera ser el tema más importante a tratar a la hora de enfocar la educación en nuestros días, si queremos que ésta sea de calidad. Os dejo un resumen de las notas que tomé:

Hoy en día, Internet es el medio de información más importante que existe. En la red se acumula más información que en cualquier otro medio que haya podido haber a lo largo de la Historia. Internet es un medio educativo, es un medio de ocio, de interacción, de corrupción, de depravación...

Con el surgimiento de los medios de comunicación y de transporte hasta ahora conocidos, el mundo se unificó bastante, pero Internet ha anulado la idea de frontera. Nuestros países, nuestros límites, y hasta incluso nuestras vidas se han hecho porosos. 

Con Internet surge la cibercultura, lo que nos debe hacer preguntarnos hasta qué punto, esta cibercultura, facilita y/o dificulta nuestra propia vida; y, en último término, cómo favorece al hombre que queremos ser cada uno de nosotros, y al hombre en sentido transcendental, tanto ahora como de cara al futuro. También debemos preguntarnos si Internet tiene una capacidad antropogénica, esto es, debemos preguntarnos si Internet puede crear un hombre nuevo. En la actualidad, la pregunta filosófica acerca del hombre ya no es la kantiana, a saber, "¿Qué es el hombre?", sino que esta pregunta se convierte en "¿Qué queremos hacer del hombre?". Esta última pregunta se hace especialmente relevante cuando la extrapolamos a la educación. En nuestra sociedad, Internet comienza a ser -creo que para mal porque no se sabe utilizar- el principal maestro. De hecho, con toda la razón de un tonto, el mismísimo Homer Simpson dice en uno de sus discursillos que "con esto de Internet los niños se crían solos". En realidad, esto no es algo malo en sí mismo, sino que es negativo solamente en la medida en que los educandos no sean capaces de adoptar un punto de vista crítico ante el medio.

El personal docente, tanto de colegios, como de institutos y universidades, debería preparar al alumno para utilizar Internet. Es apasionante buscar información en este medio, entre otras cosas porque uno se convierte en protagonista de su propia educación. Los docentes, sobre todo en colegios e institutos, deberían saber y enseñar que los ordenadores no están en los centros para que los niños jueguen y se entretengan. Si ésta es la práctica habitual en las aulas, es normal que la cibercultura esté generando una sociedad totalmente rizomática, superficial y ligada al entretenimiento. Sin embargo, Internet puede ser un medio muy positivo. Las sociedades ilustradas han hecho siempre de la información un medio para la libertad del hombre. Como ya decíamos antes, Internet es el gran gigante de la información, sin embargo, no es un medio de la sociedad de masas al estilo de los periódicos o la televisión, ya que Internet permite la interacción entre varios actores. Todo el mundo está en condiciones de acceder a la información que hay colgada en la red y de plantear lo que crea oportuno, e incluso de contestar o refutar a cualquier otro.

Por otro lado, los medios de comunicación a los que estamos acostumbrados tienen que pasar por creadores de información que, además, normalmente, manipulan esa información. Sin embargo, gracias a Internet la información se acelera y nos llega libre y sin pasar por la cocina. Esto tiene el inconveniente de que, si no somos capaces de contrastar la información adecuadamente, estamos expuestos a bulos y a manipulaciones, más peligrosas, si cabe, que las de los medios de comunicación comunes. Alguien puede generar cierta información en la pantalla de su ordenador o de su móvil y hacer incluso que un gobierno fuerte caiga en tres días. Recordemos lo que pasó el 13 de Marzo de 2004 en plena jornada de reflexión. Internet hace que el conocimiento viaje libre, sin que sea filtrado por los creadores de opinión pública, e incluso sin atender a las restricciones que marcan las leyes. Esto puede tener el inconveniente, como digo, de que se puede recibir información falsa en situaciones de emergencia, y, como consecuencia, se puede provocar que algunas personas reaccionen impetuosa e irreflexivamente. Sin embargo, tiene la ventaja de que ya no estamos sujetos a los sesgos que nos presentan los directores de televisión o de periódicos, ya que tenemos acceso a una gran cantidad de opiniones y a una multitud de fuentes de información. No obstante, hay que insistir en una cosa: no se puede confundir la fluidez de la información con la reflexión acerca de la misma. Por eso, siempre seguirá siendo importante la educación clásica, la disciplina a la que nos obliga el libro en las aulas, la consecución de un pensamiento crítico mediante el estudio de la Filosofía, la Historia, la Lengua y las Matemáticas. En definitiva: la búsqueda del pensamiento reflexivo, la coherencia, el sentido, el significado y el orden. Si la gente, ante la multiplicidad de opiniones que se vierten en Internet, aprende a adoptar una actitud crítica y reflexiva, entonces Internet será un medio excelente para la educación.

Para conseguir esto, lo primero que hay que hacer, aparte de reflexionar sobre la información que recibimos de la red, es atender a la multiplicidad de opiniones, para así poder contrastar y buscar la coherencia. En Internet hay mucha pluralidad informativa, siempre que no nos quedemos en los 10 primeros resultados que nos aparecen tras hacer una búsqueda en Google. En definitiva, se trata de buscar información con validez acreditada y contrastarla. Ésta debería ser una de las principales misiones de los docentes en las aulas, si lo que se quiere es aumentar la calidad educativa y tener alumnos críticos, reflexivos, y no facilmente manipulables.

Como ejemplo de utilización de Internet como vehículo y apoyo para la educación aludiré a un proyecto que conocí de primera mano cuando se llevó a cabo allá por el año 2009 (y digo "se llevó" porque su autor hoy ejerce una actividad distinta a la enseñanza y este trabajo dejó de implementarse en 2012) que fue el Proyecto COMPAHSu autor es Juan José Ríos, profesor de matemáticas, y, además, mi tío. También tenía un sitio web llamado La Pizarra de Juan J. Ríos. Y actualmente actualiza regularmente dos blogs de innovación La i de innovación y Euroresidentes.

domingo, 17 de mayo de 2015

La Filosofía como las palmeras


Ayer por la tarde estaba trabajando cuando de repente reparé en una palmera. Al concentrarme en la visión de la palmera me di cuenta de que es una planta maravillosa. Normalmente en España aparece sola y no suele aglomerarse en grandes grupos (salvo en los palmerales de Elche y en los cultivos de Canarias) y para mí es un ejemplo de belleza, esperanza, fortaleza y vida. Las palmeras, además, simbolizan fecundidad, victoria, exuberancia..., el paraíso... Nunca antes había reparado en ellas, pero ayer me di cuenta de que me gustan mucho las palmeras. Si alguna vez tengo una casa con jardín, en él habrá al menos una palmera. Una palmera como vigía y centinela, como “voz que clama en el desierto”. Es precisamente así como yo veo la Filosofía. Y, en cierta medida, también a los filósofos: siempre solos, a fuerza de recorrer el camino que los lleva hacia sí mismos, pero fecundos y dando consistencia a la realidad, y esperanza a la humanidad.
Hoy me gustaría recomendar un pequeño libro que creo que puede venir a colación de la soledad de los filósofos. El libro en cuestión es La consolación de la Filosofía de Boecio. Boecio fue un filósofo que, acusado injustamente de traición, murió ejecutado en el año 525 d.C. Sin duda, fue el hombre más culto de su época, y tras su muerte y el cierre de la Academia de Platón en el año 529, vinieron unos siglos en los que la Filosofía guardó silencio. Comienza, así, la Edad Media que, por supuesto, también dará sus frutos, filosóficamente hablando. Boecio escribió La consolación de la filosofía mientras estuvo en prisión esperando su muerte. Solo. O bueno: con la Filosofía como única compañera.
Como anticipo del libro que recomiendo os dejo un texto que aparece en él:


"Quien con ánimo sereno
sabe poner el destino implacable bajo sus pies
y mira impasible la mudable fortuna
permanecerá inmóvil ante la furia amenazadora del Océano
que hace surgir desde su más profundo abismo
sus agitadas olas.
Ni el bramar del Vesubio caprichoso cambiará su ánimo,
cuando rotos sus hornos encendidos,
lanza las llamas envueltas en humo.
Inmutable, sigue ante el estruendo del rayo ardiente
que hiere las torres.
¿Por qué los pobres miran impotentes y con rabia a los tiranos crueles?
Nada esperes, nada temas,
y dejarás desarmado e impotente a tu enemigo.
Pero quien tiembla o vacila, porque no está seguro
ni es dueño de sí mismo, ha arrojado el escudo,
ha perdido su trinchera y ha atado a su cuello
una cadena que siempre arrastrará.

domingo, 3 de mayo de 2015

La diosa y el monismo de Parménides


Parménides nació en Elea que está al sur de Italia. Actualmente recibe el nombre de Velia. Este filósofo nació como muy pronto en el 540 a.C., y murió en el 450 a.C. Hay algunos que dicen que nació en el año 510 a.C.

De su obra nos ha llegado el conocido Poema, aunque el nombre que él quiso darle fue "Peri physeos" (Sobre la naturaleza). Este poema es un estudio acerca de lo existente, pero de él no queda absolutamente nada. El original se ha perdido entero. Sólo se conservan fragmentos y citas de otra gente, entre ellos del filósofo Simplicio, que vivió en el s.VI de nuestra era. A nosotros, mediante estas citas, nos ha llegado el Proemio entero, una primera parte casi entera, y una segunda parte muy fragmentada e incompleta.

PROEMIO: LAS TRES VÍAS PARA CONOCER.

Parménides cree que los dioses (en este caso la diosa) revelan a los hombres la verdad. Todavía no hay en él una escisión completa entre mito y logos. Dice así:

Frag. 1

“Y la diosa me acogió benévola; tomó en su mano

mi mano diestra y así me dirigió la palabra y me decía:

Joven acompañante de aurigas inmortales

llegado con las yeguas que te traen a nuestra casa, salud;

que no fue un hado malo quien te impulsó a tomar este camino

(pues de cierto que está fuera de lo hollado por los hombres)

sino ley y justicia. Preciso es que conozcas todo:

tanto el corazón imperturbable de la verdad bien redonda

como las opiniones de los mortales en que no cabe creencia verdadera.

Aun así, también aprenderás cómo es preciso

que las opiniones sean en apariencia, entrando todas a través de todo.”


LA VÍA DE LA VERDAD BIEN REDONDA.

Frag.2

"Ea pues, que yo voy a contarte (y presta tú atención al relato que me oigas)

los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir:

el uno, el que es y no es posible que no sea,

es ruta de persuasión, pues acompaña a la verdad;

el otro el de que no es y el de que es preciso que no sea,

éste te aseguro que es sendero totalmente inescrutable.

Y es que no podrías conocer lo que no es -no es alcanzable-

ni tomarlo en consideración.

Pues lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son una misma cosa."

Para Parménides hay que imaginar el ser como una bola bien redonda, fuera de la cual no hay nada. Hay también que afirmar el ser y que negar el no ser. Como podemos ver en el texto, pensar y ser son una misma cosa ("pues lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son una misma cosa"). Para Parménides, pensar, decir y ser es prácticamente lo mismo. Se piensa lo que es y se dice lo que se piensa. La realidad se nos muestra por el pensamiento, y no podemos someternos a las opiniones de los mortales. Al ser se llega por el intelecto.

Pero, ¿qué es el ser de Parménides? Hemos de tener en cuenta que el "Peri physeos" es un tratado sobre la naturaleza. No está en el pensamiento de Parménides hacer un tratado metafísico u ontológico, y mucho menos lógico (aunque este texto sea uno de los que, sin duda, dan origen a la metafísica, a la ontología e, incluso, a la lógica, a través del principio de identidad que ya está contenido en él), sino sobre lo natural. Para Parménides, el ser es todo lo que existe en la naturaleza, fuera de la cual no hay nada. Sus características son las siguientes:

1. Ingenerado==> No puede nacer, ha de ser eterno.

2. Incorruptible=>No puede ir al no ser.

3. Eterno =====> No tiene pasado ni futuro.

4. Indivisible ===>No tiene partes. Si no, A no sería B.

5. Limitado====> El ser está en sus límites, en lo dado, en lo que es.

6. Es Uno

La filosofía siempre ha buscado el principio; pero para Parménides no hay principio. "El ser es y el no ser no es". El ser no puede no ser, y el no ser no puede llegar a ser. En consecuencia, el ser tiene todas las características que hemos enumerado anteriormente. El ser es ingenerado, puesto que el no ser no puede llegar a ser. El ser es incorruptible, en tanto que lo que es, es, y, en consecuencia, el ser no puede convertirse en no ser. Es eterno, ya que no puede no ser, y nada que no sea puede llegar al ser, lo que nos hace tener un ser sin principio ni fin. El ser es también indivisible, ya que si no fuera así, cualquiera de sus partes no sería la otra, por lo que estaríamos afirmando el no ser. Es, asimismo, limitado, pues lo que es, está dado, y lo dado es limitado. Y, por último, es Uno, pues si hubiera varios, entre ellos se daría el no ser.

A la luz de lo anterior, podemos decir que, para Parménides, tiene que haber una coherencia entre pensar y ser. Hasta donde llega el intelecto llega el ser. Quien nos dice lo que es el ser es el pensamiento. No se puede entender el ser sin el pensar, pues hay una correspondencia entre pensar y ser. Esta identificación del ser con el pensar es precisamente lo que se ha conocido como monismo de Parménides, y es la gran aportación que hizo este filósofo a la Historia de la Filosofía, ya que hay algo de insuperable en ello, y es que, quien pretenda siquiera acercarse a la verdad, a lo que es, tendrá que hacerlo inexorablemente a través del pensamiento.

LA VÍA DE ERROR (OPINIONES NO VERDADERAS)

Para Parménides, hay una multiplicidad de opiniones frente a la unicidad del ser. Hay mortales que están mezclando continuamente el ser y el no ser. Mortales que opinan, por ejemplo, que el ser es múltiple o que es mutable. Parménides nos prohíbe decir todo esto. Según él, se debe decir y pensar lo que es. Hay que apartar el pensamiento del no ser, pues los que por ahí caminan, caminan bicéfalos.

Frag. 6.

"Es necesario que sea lo que cabe que se diga y se conciba. Pues hay ser,

pero nada, no la hay. Te exhorto a que medites sobre ello,

pues te aparté lo primero de esta vía de indagación.

Mas también de esta otra, por la que de cierto mortales que nada saben

caminan errantes, como bicéfalos, pues la incapacidad que anida

en sus pechos torna derecho un pensamiento descarriado."

Frag. 7.

"Y es que nunca se violará tal cosa, de forma que algo, sin ser, sea.

Así que tú aparta de esta vía de indagación tu pensamiento,

y que la rutina de la mucha práctica no te fuerce tampoco a encaminar

por esta vía ojo desatento, oído resonante

y lengua: en vez de eso has de juzgar con tu razón la prueba muy argumentada

que te he propuesto.


LA JUSTIFICACIÓN DE LOS FENÓMENOS

Según Parménides, sólo hay que afirmar la vía del ser. Parménides, al final de su poema, hace una transición hacia otra cosa. Intenta mostrar la incoherencia de la opinión de los mortales, a la vez que intenta dar una especie de explicación a los fenómenos. Aunque, desgraciadamente, esta parte es la que menos clara está por incompleta.

Frag. 8.50

"En este punto ceso el discurso y pensamiento fidedignos

y el planteamiento acerca de la verdad. Aprende desde ahora

mortales opiniones, oyendo el orden engañoso de mis frases."

Frag. 8.60

"Narro el orden cósmico como un todo coherente y verosímil,

de tal manera que nunca algún parecer de los mortales supere esto y te aventaje."

Parménides intenta ver qué hace con las apariencias. Él se da cuenta de que los fenómenos aparencialmente no coinciden con su descripción del ser. Aun así, Parménides cree que hay que afirmar el ser por la vía de la razón, aunque los sentidos nos revelen otra cosa. La diosa le dice al filósofo de Elea que existe un orden cósmico que se puede narrar de tal manera que supere la opinión de cualquier mortal, o, lo que es lo mismo, un orden cósmico que se ajusta a la razón, un ser que se corresponde con el correcto pensamiento. Para Parménides, los sentidos de los hombres se encaminan hacia la realidad por vías falsas, mientras que la razón es capaz de revelarnos en qué consiste el ser. Sin embargo, las apariencias existen, y existen de tal manera que niegan el orden racional del Ser y su unidad.

Frag. 17

"A la derecha, los muchachos; a la izquierda, las muchachas."

La cuestión es que, aunque la razón rechaza la multiplicidad, los sentidos nos dicen que hay cambio, variedad e incluso contradicción. Parménides no fue capaz de dar una solución a esta aporía. Serán Platón y Aristóteles los que darán solución a este problema.
Los textos citados los he sacado de un pequeño libro titulado De Tales a Demócrito, editado por Alianza Editorial. En él encontraréis una recopilación de los fragmentos que se conservan de los filósofos presocráticos más importantes. Además, aquí debajo os dejo un vídeo de un profesor universitario que hace un acercamiento a Parménides.


jueves, 23 de abril de 2015

Reflexiones sobre Ética y Estética


En la inmensa mayoría de ocasiones, cuando intentamos enjuiciar una acción tendemos simplemente a ver si es buena o mala, esto es, tendemos a juzgarla moralmente; pero los actos humanos se pueden enjuiciar desde otras perspectivas diferentes e incluso alternativas a la moral. Las acciones humanas, aparte de moralmente, se pueden ver desde el punto de vista de la estética, por ejemplo. De este modo, podemos criticar una acción, de la cual no se deriva nada malo, diciendo que no es de buen gusto. En consecuencia, podemos decir que puede haber acciones que sin ser malas e incluso siendo buenas podrían no ser bellas. Argumentos como el de que "es que no hago mal a nadie" pueden ser rebatidos con un contragolpe estético que apele al buen gusto a la hora de actuar, o a la amabilidad de la acción, como ahora veremos. Pero, ¿qué pasa con las acciones malas desde este punto de vista? ¿Se puede justificar lo malo desde la estética? ¿Puede lo malo, o mejor, lo malvado, ser bello? Bueno: habría filósofos como Platón que darían un no rotundo a esta cuestión. Para el ateniense, lo bello siempre tiene que ir acompañado de lo bueno, lo que él llamó "Kalokagathía". Sin embargo, Nietzsche, por ejemplo, creía que había crímenes revestidos de una absoluta belleza, y que ésta podía acompañar a lo malvado. A veces, el hombre profundo (no la persona mala sin fondo de la que hablaba por ejemplo Hannah Arendt) siente una atracción irresistible por lo malvado y por lo terrible. Y es que, a veces, un crimen puede ser atractivo por la forma en que está realizado, aunque se repudie el hecho.
Plantearé, ahora, otra cuestión: ¿Puede ser jerárquicamente la estética superior a la moral? ¿Puede la Belleza ser soberana para un individuo? Kierkegard creía que sí (lo que no quiere decir que él pensara que esto debía de ser así). Según él podía haber una vida estética, una vida religiosa y una vida ética. En el caso de la vida estética, el individuo vive abocado a los placeres y lo espera todo de fuera de sí. En tanto que esto es así, el individuo que vive una vida estética es un individuo pasivo y falto de libertad. Este tipo de vida puede tener una falta de estabilidad o certeza, y por tanto, ya que no hay nada de necesario en ella, puede abocar al individuo que la profese a la desesperación. Por supuesto, un individuo apoyado en la estética no tiene que ser necesariamente un individuo vulgar. El individuo que vive una vida estética, según kierkegard, puede olvidarse de la desesperación y vivir una confortable vida burguesa. O puede hacer de esta desesperación el sentido mismo de su existencia al creer que es una desesperación heroica y a la que está destinado. Este creer que está destinado confirma que el esteta no se considera libre y no asume las riendas de su destino. La única salida consiste en escapar del autoengaño y hacerse responsable de la propia vida. No obstante, es muy probable que, un individuo así, viva toda su vida desesperado, engañado, y sin un sentido que encuentre apoyo en la verdadera realidad de su ser.
Aunque en buena parte de lo dicho estoy de acuerdo con Kierkegard, no me resisto a aceptar que la vida estética no pueda aportar algún sentido. Es cierto que un individuo apoyado en la estética necesita irremisiblemente de lo externo, y que, quizá, no podrá dar a su vida un sentido pleno, pero se acerca a lo externo desde su fuero interno y desde sus concepciones estéticas que, una vez formadas, no dependen de manera absoluta de lo externo. Así que podemos decir de la vida estética sí puede tener un cierto anclaje en el interior del individuo. Como dice Stuart Mill al final del texto que más abajo citaré completo, Kierkegard habla "como si las complacencias y las aversiones de los hombres hacia cosas en sí mismas indiferentes no estuviesen repletas de las más importantes inferencias en lo tocante a todos y cada uno de los aspectos de su carácter; como si los gustos de una persona no mostrasen que dicha persona es juiciosa o estúpida, cultivada o ignorante, fina o burda, sensible o insensible, generosa o sórdida, benevolente o egoísta, escrupulosa o depravada"
Pero volvamos al tema principal: esta idea de la estética como útil para enjuiciar los actos humanos de una manera crítica me la descubrió John Stuart Mill en un pequeño texto en el que habla de Bentham. Aquí os lo dejo:

"Este error, o mejor dicho, esta limitación, le corresponde no en cuanto pensador utilitario, sino en cuanto moralista declarado; y es compartida por él con casi todos los moralistas que se han declarado tales, sean religiosos o filosóficos. [Dicha limitación] es la de tratar la consideración moral de las acciones y de los caracteres como si fuera la única, cuando, en realidad, es sólo una de las tres por las que nuestros sentimientos hacia el ser humano pueden ser, deberían ser y no pueden dejar de ser -a menos que nuestra naturaleza quede aniquilada- influidos materialmente. Toda acción humana tiene tres aspectos: su aspecto moral, que se refiere a su bondad o maldad; su aspecto estético, que se refiere a su belleza; su aspecto simpático, que se refiere a sus cualidades amables. El primero apela de suyo a nuestra razón y conciencia; el segundo, a nuestra imaginación; el tercero, a nuestro sentimiento humanitario hacia el prójimo. Con arreglo al primero, aprobamos o desaprobamos; con arreglo al segundo, admiramos o despreciamos; con arreglo al tercero, amamos, nos compadecemos o rechazamos. La moralidad de una acción depende de sus consecuencias previsibles; su belleza y su amabilidad, o lo contrario, dependen de las cualidades de las que [dicha acción] es evidencia. Así, una mentira está mal porque su efecto es engañar y porque tiende a destruir la confianza del hombre en el hombre; es también algo mezquino porque es un acto cobarde -pues procede de no atreverse a afrontar las consecuencias de decir la verdad-, o, cuando menos, es evidencia de una falta de poder para alcanzar nuestros fines haciendo uso de medios nobles y directos, los cuales se conciben como pertenecientes a toda persona que tenga suficiente energía o entendimiento. La acción de Bruto al condenar a sus hijos estuvo bien, pues ello era ejecutar una ley esencial para la libertad de su país, contra personas de cuya culpa no cabía duda; fue también admirable, pues hizo evidente un grado extraordinario de patriotismo, coraje y autodominio; pero no hubo en ella nada amable; [dicha acción] no nos permite presumir que hubiesen en ella cualidades amables, ni nos permite presumir que faltasen. Si uno de los hijos se hubiese metido en la conspiración por afecto hacia otro, su acción hubiera sido amable, aunque no moral ni admirable. No hay sofistería que pueda lograr confundir estos tres modos de considerar una acción; pero es muy posible adherirse exclusivamente a uno de ellos, perdiendo de vista los otros. El sentimentalismo consiste en poner los dos últimos por encima del primero; el error de los moralistas en general, y de Bentham, es el de suprimir por completo los dos últimos. Tal cosa ocurre, en grado preeminente en el caso de Bentham: escribía y sentía como si la norma moral no es que solamente debiera ser la más importante (que debería) sino la única; como si ella fuese la sola maestra de todas nuestras acciones y hasta de todos nuestros sentimientos; como si admirar o apreciar, despreciar o rechazar a una persona por una acción que no produjese un bien o un daño, o que no produjese un bien o un daño proporcionados al sentimiento albergado, fuese una injusticia y un prejuicio. Llevó esto a tal extremo, que había ciertas frases que, como expresaban lo que él consideraba que eran un aprecio o una aversión carentes de fundamento, no podía soportar que se pronunciasen en su presencia. Entre estas frases estaban las de buen o mal gusto. Pensaba que era una insolente pieza de dogmatismo en una persona, el que condenase a otra en una cuestión de gusto; como si las complacencias y las aversiones de los hombres hacia cosas en sí mismas indiferentes no estuviesen repletas de las más importantes inferencias en lo tocante a todos y cada uno de los aspectos de su carácter; como si los gustos de una persona no mostrasen que dicha persona es juiciosa o estúpida, cultivada o ignorante, fina o burda, sensible o insensible, generosa o sórdida, benevolente o egoísta, escrupulosa o depravada."


domingo, 29 de marzo de 2015

Domingo de Ramos


Hoy es Domingo de Ramos. La Semana Santa ha comenzado en Cieza con el tradicional desfile de La Burrica. Palmas, túnicas, música y olor a flores han inundado esta mañana la ciudad. Todas estas cosas hacen que el pasado vuelva intensamente a la memoria. Soy de los que piensan que en Semana Santa cualquier cosa puede evocar sensaciones, recuerdos, anhelos, sentimientos... Los tronos por la calle, la música, el aroma, y la gente ilusionada pueden hacernos recordar el amor y la alegría, o la esperanza de alcanzarlos, o su pérdida. Pueden hacernos añorar a los que un día fueron parte de estos desfiles procesionales y que hoy ya no están entre nosotros. Y pueden hacernos mirar hacia el futuro sabiendo que el día que nosotros, no sabemos cuándo, ya no estemos aquí para arrimar el hombro, otros vendrán a sustituirnos con la misma ilusión y alegría con la que hoy nosotros hacemos el relevo a los que nos precedieron. La Semana Santa nos demuestra que Azorín tenía razón cuando, en alusión al “eterno retorno” nietzscheano, decía que "Vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno; ver volver todo –angustias, alegrías, esperanzas– como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.”

Y hablando del retorno inmutable de lo fugaz, centremos nuestra mirada en esos chicos y chicas de 14 ó 15 años que se acercan a contemplar los desfiles mientras estrenan amores, ya que pueden hacernos comprender, en ese primer amor de su inocencia, por qué siempre que llega la Semana Santa, uno se emociona, mira hacia el pasado, y recuerda. También ellos, quieran o no, ya siempre recordaran la Semana Santa y la llevarán grabada en su corazón. Y un día, con el paso del tiempo, descubrirán el porqué. Ya entrados en años, evocarán esos amores de primavera que ahora disfrutan por primera vez, cuando el aire huela a flores y suene La Tuna Pasa, La Cortesía o Los Dormis al pasar de La Burrica, en este pueblo que bien llamado fue “Perla del Segura”. Recordarán también, durante los días siguientes al Domingo de Ramos, cuándo y cómo perdieron esos amores, y lo harán cuando en la Procesión del Silencio escuchen Air de Bach o el Adagio en Sol menor de Albinoni; o cuando las bandas toquen Adoración, Mater mea o Semana Santa Ciezana al paso del Santo Cristo del Consuelo, del Ecce Homo o del Stmo. Cristo del Perdón. Y es que, debido al camino recorrido por cada uno de nosotros  –que puede ser religioso, cultural, amoroso, musical o de cualquier otra índole– la Semana Santa mueve nuestros afectos, y, al fin y al cabo, esto es lo que cuenta.


Miren, si no han tenido bastante con los jóvenes, a uno de esos viejos que contemplan, con la mirada nublada por los años, un Cristo en andas. Y si son buenos escrutando sentimientos y miradas, podrán ver en la suya, si amó mucho o sufrió mucho, si tuvo alguna pérdida irreparable en su vida, o si da gracias a Dios por algo que sólo él sabe y que ahora recuerda. Sin embargo, lo verdaderamente importante no es el viejo o su recuerdo –que también– sino lo universal de su sentimiento que a todos y a cada uno nos alcanza. La conclusión de que no somos tan distintos ni en el amar ni en el sufrir, y, quizá, tampoco en el vivir, de aquel Galileo que, según dicen, dio su vida por amor.
 
"Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor."

domingo, 22 de marzo de 2015

Presentación


Hola amigos, mi nombre es Juanjo, y de ahora en adelante me he propuesto abrir una pequeña ventana en el ciberespacio. Lo haré a través de este blog al que le he dado el nombre de "Los caminos inciertos". Lo he llamado así porque éste intentará ser un blog de opiniones y experiencias propias, y mi experiencia me indica que a pesar de que en multitud de ocasiones (lo cual está bien) nos marcamos metas y objetivos para nuestra vida, lo cierto es que ignoramos la fortuna de nuestros pasos. “¿Adónde el camino irá?”, que decía Machado. Uno controla sus actos, pero no las consecuencias de los mismos. Aun así, hay que seguir trabajando por prosperar, por avanzar, por descubrir... No puede uno quedarse parado. Y mucho menos quedarse sin objetivos. Hay que seguir caminando, pues “al andar se hace camino”, a pesar del riesgo y la incertidumbre. ¡Qué insulsa sería la vida sin estos dos factores! ¡Qué poca ganancia aguarda al que no se mueve porque no acepta el riesgo de sus pasos! Comience, pues, la singladura, aun siendo ésta con destino incierto.

Sin embargo, y aun a pesar de tan sustancial comienzo, os estaréis preguntando que a cuento de qué salgo yo a la palestra a daros la tabarra. Pues, en realidad, ni yo mismo lo sé. Supongo que escribir es una buena forma de sacar lo que se lleva dentro y de llenarse al mismo tiempo. Así, podré ser notario de mi propia visión del mundo y de la vida, ya que uno escribe sobre lo que le importa. Y nos suele importar lo que nos marca. Asimismo, creo que conoceré a alguna persona que me aportará sabiduría y experiencias, como ya me sucedió en una anterior etapa que tuve como bloguero. Al fin y al cabo, uno siempre escribe con la esperanza de que alguien lo lea. Eso de “yo escribo para mí” es un tópico, además de una gran mentira, independientemente de que el simple hecho de escribir ya pueda resultar una satisfacción en sí mismo.

Y bueno, supongo que ahora debería deciros de qué voy a hablar en mis entradas, si es que no lo he hecho ya. Vaya por delante que, hace ya algunos años, estudié filosofía; pero intentaré escribir sobre cualquier cosa que se me vaya ocurriendo al paso, aunque no tenga nada que ver con ésta. Claro, que eso también es un decir, porque la filosofía con todo tiene que ver, aunque cada vez parezca que pinta menos. La filosofía siempre ha buscado el fundamento y las causas de todas las cosas, y todas las cosas encuentran, si es que esto es posible, su fundamento epistemológico último en el saber filosófico. En consecuencia, si pretendemos entender algo, lo que sea, antes o después acabaremos topándonos con la filosofía como última puerta hacia la comprensión. Y es que, quien renuncia a la, bien llamada, “Ciencia de las ciencias”, renuncia a entender. Además, la conocida como filosofía primera o metafísica, es aquella que estudia el Ser en tanto que es, o todo lo que existe en tanto que existe, esto es, la filosofía primera se hace preguntas acerca de la existencia en general, se cuestiona e intenta responder acerca de las causas y principios de todo cuanto existe, intenta comprender la existencia misma, el Ser en sí; intenta dar respuesta a la pregunta heideggeriana de “¿por qué existe algo y no más bien nada?”. Luego si la filosofía intenta comprender todo lo que existe en tanto que existe, entonces con todo tiene que ver. Incluso con la economía y los mercados financieros, de los cuales también me he vuelto un apasionado en los últimos años, y de los que posiblemente también hable en este blog.

He de decir que uno de los objetivos de mis entradas será no forzar lo que escriba. Elaboraré estos artículos según me vayan surgiendo, aunque intentaré publicar cada semana o cada quince días. No obstante, si alguna vez estoy falto de ideas o no tengo tiempo, pues sencillamente no escribiré, o aumentarán los intervalos entre entrada y entrada. Actualmente estoy estudiando a distancia, así como trabajando a jornada completa y echando alguna hora extra, por lo que el tiempo del que dispongo es bastante limitado.

Y dicho esto, ya sólo me queda cerrar este escrito, aunque no sé muy bien cómo, ya que, para mí, siempre han sido un problema los finales, los finales de cualquier cosa. Más metafísico que escatológico, aún no sé cómo hay quien sabe terminar y terminar a tiempo.